El exterior era un desastre.
Ya desde la ventana podía ver cómo en el interior algunas vigas estaban al borde de caerse.
- Hace rato que está cerrado -dijo un transeúnte de la ciudad que pasaba, medio sombra.
" Si, ya sé..." saqué la llave y pareció entender, luego se deslizó por la calle y desapareció.
Adentro reinaba el caos: las sillas sobre las mesas y las botellas llenas de polvo, algunas caídas en el suelo hechas astillas. Los espejos grandes detrás brillaban grises. Miré la carta, devaluada con el tiempo y dejé escapar una risa.
Un sonido proveniente de atrás respondió a mi ruido.
"Sopa" le dije entregando un mimo sincero "perdón por tardarme".
Pero él parecía entenderme. Siempre me espera.
"Pasaron muchas cosas" casi que lo decía con lágrimas en los ojos.
Pero sentí una mirada gris observándome, no pude evitar sonreír.