sábado, 19 de marzo de 2016

La casa de los placeres, segunda parte.


"Por ese entonces estaba en la búsqueda de algo que desconocía, el continente oeste es famoso por la lista de historias fantásticas, las piedras preciosas, montañas místicas, pueblos fantasmas y ciudades oscuras. En una de estas últimas (famosa por su atractivo turístico, casas de té y restourants con grandes estatuas de dragones y peces) tuve una pelea horrible con una persona muy querida, huí del hotel dónde me hospedaba y vagué por las calles de ese lugar hasta que, por hacer unas preguntas, me hice amiga de un grupo de chicas y chicos jóvenes, ellos me invitaron a quedarme en su casa y prometieron mostrarme los atractivos bares-jazz de la ciudad. Y fue en uno de estos lugares que entre copa y copa surgió el mito que me llevó a la capital.
"Primero me preguntaron si ya había pasado por allí, ya que estaba a unos pocos kilómetros y luego empezaron con las historias. Recuerdo muy bien la conversación.
"-hay un spá exclusivo en la zona vieja...-comentó una de las muchachas guiñando el ojo, todos gritaron cosas del estilo 'si sobrevivís' o 'no hablarás de la casa maldita!'- claramente hablo de esa casa, y no solo eso, una prima fué y me aseguró que si tenés el manual para realizar correctamente los puzzles luego entrás en el paraíso terrenal, con manjares, personas hermosas, música celestial y todo lo que pueda desear cualquier ser humano... se dice que se cumplen los deseos, que la casa sabe y te da aquello que buscás... aunque también sé que el castigo por equivocarte o no cumplir el tiempo pautado para solucionar los puzzles se paga con eterno sufrimiento.
"Cuando la joven terminó su relato yo ya estaba reservando por Internet un hotel en la costa norte de la capital. Eso necesitaba, una fuerza mayor que me dijera, mejor aún, que me mostrara lo que estaba buscando."
"Creo que mis nuevos amigos no sospechaban que era tan osada para buscar la casa de la que tanto habíamos charlado, sin embargo uno de ellos me gritó cuando subía al tren que ante cualquier emergencia la página 23 tenía la forma de escapar.
La capital, como rememoramos hace un rato, se divide en dos partes separadas por un río y conectadas por vías aéreas que se escabullen por cada rincón. El sistema es tan eficiente que casi no se ven autos por las calles. Del lado del mar (el cual es pequeño y se conecta al océano por un único canal) es la parte moderna, colosal centro administrativo con cientos de bancos y empresas, los hoteles están a lo largo de toda la costa. El día que llegué un terremoto del otro lado del mundo estaba causando unas olas enormes, aunque estaban controladas preferí escaparme al lado viejo de la ciudad para hacer más averiguaciones sobre la casa de los placeres.
"Tuve suerte, si lo puedo decir así, en el tren que me llevaba a no sabía muy bien dónde, un grupo de asaltantes decidió mostrar las nuevas armas que poseían, advirtiéndonos. Aterrada pero muy acostumbrada a los humanos no-humanos me escondí tras unos asientos y observé a los ladrones. Luego de mas bien palabrerío barato se bajaron con tanta rapidez en una estación que uno de ellos dejó caer un libro de su bolso.
"Aprovechando el susto de los pasajeros tomé el libro que parecía ser una biblia vieja, pero al abrirla encontré unas instrucciones medio confusas.  Inmediatamente supe que era. El destino... el mismo que me llevó misteriosamente hasta la casa. Me bajé en una zona de apariencia muy antigua al límite con el barrio de fábricas y casi hipnotizada reconocí cuál era el lugar que buscaba.
"De apariencia normal, quizás descuidada, una puerta abierta me invitaba a adentrarme en sus fauces y yo caí rendida a la tentación sin pensar en las consecuencias. En cuanto entré la puerta se cerró a mis espaldas, el recibidor era un área amplia de dos ambientes con dos puertas más al final de la habitación. Paneles de madera en las paredes, alfombras rojas y un cantidad excesiva de adornos gigantes que llenaban todo el espacio: la mayoría de madera pero también había vidrieras de exposición con porcelana, bibliotecas abarrotadas de libros, candelabros diversos en el techo y cuadros  rarísimos en todas partes. Una voz masculina me dijo que tenía diez minutos para resolver el puzzle.
"Creo que ahí me percaté del riesgo que corría, la voz amenazante hacía la cuenta regresiva y yo intentaba comprender qué debía hacer. Tras unos minutos se me ocurrió leer el libro y reconocí unos símbolos en cuatro totems, pero las letras estaban borroneadas y aunque comprendí que debía colocar el nombre correcto con la figura correcta cuando la voz  anunció que faltaban treinta segundos para perder me desesperé. Corrí hacia la puerta de salida pero comprobé con horror que estaba cerrada, la segunda puerta también lo estaba y casi que recé para que la tercera no me defraudara.
Estaba abierta, me metí sin pensarlo y, caí en una especie de hueco eterno, a mi alrededor se repetía mientras caía una habitación similar a dónde estaba hace un rato, llena de adornos exagerados.  Pero no dejaba de caer y para sumar a la tortura me di cuenta que algo me estaba siguiendo en mi caída eterna, y sonaba macabro, oscuro, terrible.
"No pude recomponerme rápido, el miedo de que la criatura me alcanzara me paralizó por horas, cuando me di cuenta de que la tortura consistía en justamente una persecución sin fin empecé a idear un plan de salida. Recordé el consejo del joven, página 23, abrí el libro que por suerte aún llevaba conmigo y encontré la pista para salir. Debía agarrar una red que estaba colgada de adorno en algún lado de aquel espacio y engancharla rápidamente del lado opuesto, de esa forma la bestia quedaría atrapada.
"Cuando lo logré un agujero nuevo apareció en una pared, al meterme estaba nuevamente en el recibidor. La puerta del laberinto se cerró,  yo caí al suelo llorando e intentando acostumbrarme a la imagen quieta que tanto añoraba. Una voz femenina me dijo que el diario con las instrucciones para acceder al paraíso lo tenía que recibir de un par de ojos grises, que lo merecía por sobrevivir.
"La puerta de entrada se abrió y yo me arrastré hacia la hermosa luz del día. Así estuve, tirada bajo el sol del atardecer un rato hasta que los hermosos ojos grises que tanto quiero, aquí presentes, me despertaron de mi ensueño".
Los ojos grises sonrieron.
  - se lo tomó igual bastante bien-le dijo al extranjero- ella me contó su experiencia con paz  y casualmente me acababa de enterar de la existencia de uno de los manuales en una universidad cercana que estaba en receso de verano. La guié no sin antes pasear por los barrios viejos que me gestaron. Luego de eso la mandé de vuelta a la casa embrujada e ignoro que le sucedió luego.
Era tarde, al menos las dos de la mañana, la historia había terminado por ser como esa caída, eterna. Comencé a levantar las tazas y copas ya vacías hace rato.
"Y nada más, resolví el puzzle con las instrucciones correctas y entré a uno de los paraísos más hermosos que visité" concluí.
  - increíble- dijo el viajante extasiado- de todas formas por el castigo prefiero visitar otra aventura... y vos? Ahora pensás arriesgarte de vuelta?
  - no sé en qué consistiría un segundo castigo asi que espero que la voz femenina no me esté engañando- contestó el jóven de ojos grises mientras guardaba el librito.
  - suerte con eso... pero tengo una última pregunta...-me miró fijamente- descubriste qué estabas buscando? Qué era?
"Si" dije ruiseña "pero es un secreto".
  

viernes, 18 de marzo de 2016

La casa de los placeres, primera parte

Estaba charlando con un cliente (de aquellos viajeros  fugaces que suelen visitar Carmesí) cuando entró por la puerta una cara que me resultó conocida.
"Ahh" dije, recordando, "mi amigo citadino..." y si, era aquel gran compañero de la infancia, con quién había compartido tantos viajes y aventuras, aquel muchacho de ojos grises que vió el miedo, la desesperación, las lágrimas y emociones cruzar mis pestañas.
  - Volví... - respondió sonriente y se sentó junto al otro cliente, en la barra.
"Es raro que estés por acá, esta ciudad llena de conflictos no parecería ser un destino ideal para vos..."
  - Por supuesto que vine a verte nada más, pero esta vez de interesado, aunque pienso volver en otra ocasión para charlar de historias...
"Siempre tan melancólico..." suspire mientras colocaba en la mesa el cortado mediano que sabía que quería "de todas formas las historias siempre surgen".
- En parte es cierto, porque voy a tener que desenterrar una anécdota para pedirte un favor... te acordás de la capital del continente oeste?
Por un momento suspiré, invadida por la nostalgia, "cómo olvidarla..." pensé y rememoré en voz alta las caracteristicas de ese lugar tan enorme, tan colosal que provocaba escozor, la ciudad separada por el gran río, del lado moderno la costa con olas caprichosas enormes ( el afán de los pescadores por conseguir los preciados manjares de ese mar misterioso...) , la parte antigua con edificios enormes y callejuelas que se desarman en preciosos azulejos y baldosas de tiempos pasados, el sistema de vias que cruzan el firmamento para conectar de una punta a otra esa capital impresionante...ah... también lo terrible, la soledad los primeros días, los peligros que conlleva vivir en un lugar con tanta diversidad de gente, yo jóven, aventurera, cabezona y persistente intentando develar un mito de la ciudad, una leyenda urbana que habla de una casa antigua y peligrosa, pero que tras el terror encontré un paraíso de placeres terrenales...
Y me detuve " no será...?"
  - si, vengo a buscar el librito para intentar pasar las pruebas...y entrar en la casa.
"Uf, pero por qué viniste tan lejos? No es que la misma ciudad tiene miles y miles de manuales con las instrucciones?" Contesté, preocupada, recordando el castigo por no hacer bien las cosas en aquel momento.
  - ya fui, ya me equivoqué y me salvé (gracias a lo que me contaste) y la voz me dió una segunda oportunidad diciéndome que consiga el manual que te ayudé a buscar...
En fin, pensé, aliviada, "tendré que dártelo" me incorporé de mi lado del mostrador y me fui a la parte de atrás del café, Sopa dormitaba sobre el sillón del escritorio, como adivinando que estaba buscando algo por ahí.
Hasta entonces el cliente viajante estaba más que interesado.
  - Me gustaría saber más de todo ese asunto que cuentan...- dijo mientras yo volvía con el pequeño cuaderno entre mis manos.
"Es un relato largo y lleno de emociones" dije, obviamente exagerando "pero en este lugar disfrutamos de esa clase de cosas, y más si son exigidas por alguien".
Pensé un rato mientras ambos fijaban su mirada en mi.
"Todo empezó como siempre, con una historia increíble..."