sábado, 19 de diciembre de 2015

Las puertas.




Algo así como las cuatro de la mañana, el café cerrado del todo.
Yo estoy afuera debajo del cartel del bar, mirando la luna.
Un personaje se desliza hasta mi lado: figura alargada como el mismísimo recuerdo, lleva un cigarrillo asomado en su boca  y besa diálogos de humo.
- volás?- me dice disfrazando la inteción curiosa con el misticismo que caracteriza a los personajes de esta ciudad.
"Hoy, demasiado" respondo entre suspiros.
Me extiende el paquete de Virginia Slim.
"No fumo" digo, automática.
-es una buena noche para empezar, no?- Audaz. Yo extiendo mi mano y tomo uno de esos finos cigarrillos, lo apreto entre mis labios mientra cierro los ojos y la sombra  acerca el fuego.
Bocanada de humo amargo -aunque suave-, ahora yo escupo diálogos vaporosos restándole importancia al silencio de la noche.
Digo, por qué estar incómoda, todo es como deberia ser, porqué sin embargo siguen apareciendo estas noches que terminan por aturdir mi memoria? Incomprensible.
Rompo el silencio.
"Tengo que cerrar puertas".
- y qué estás esperando?
"un viento a favor, no se, llaves quizás"
Me da a entender con el silencio que la vida no se deja llevar por caprichos.
"Te dás cuenta, Él nunca me regaló el espacio para descargar, y hoy otra vez me despierto del letargo de la realidad y me siento tan estúpida de seguir arrastrando estos muertos del pasado..."
Otra vez su silencio me habla, culpándome un poco de todo esto.
"Pero quiero triunfar, aunque sea para caminar con la frente en alto, ignorando a toda la puta vida... solo construyendo mis pasos"
- eso está bien- me dice- persevera y triunfarás, como quien dice.-
El personaje suelta el cigarrillo diminuto y lo pisa.
"Yo tengo muchas historias para contar" le digo "vas a visitarme?"
-claro que si- responde sonriente.
Otra vez sola me siento un poco más liviana.
Es el riesgo que decidí tomar, cuando me mudé de la otra ciudad sabía que iba a traer conmigo los viejos fantasmas.
Pero evidentemente todavía no es tiempo de cerrar del todo la puerta.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Resiliencia.



Se deslizó una sombra por la entrada.
Fue tomando una forma humanoide oscura que se sentó en el rincón más apartado de Carmesí. Pidió café cortado chico.
  - Estás bien? - le pregunté sutilmente mientras dejaba el vasito de soda sobre la mesa junto al café. Sopa se sentó en mi pie.
  "Estoy sola" contestó una voz lejana, como un eco que provenía de un lugar muy cercano.
  - Qué te hicieron...- suspiré reconociendo la voz que me contestaba- Qué te hiciste?
 " Me abandoné de vuelta y Ellos no lo notaron, por eso siguieron siendo como siempre y eso me lastimó".
  - estás sensible - le contesté fría, pero me retracté rápidamente porque sentí que su alma pesaba- por qué no pediste ayuda?
 "No sé, quizás porque nadie me entiende, porque no tengo con quién hablar de literatura, música, de la vida y sus profundidades, estoy tan apartada del mundo y lo miro como una película pasar frente a mis ojos, siento que me muero un poco cada vez que los segundos se hacen minutos y estos horas" escuché como rodaban lágrimas "estoy tan sola...".
Me detuve un rato, se me ocurrieron mil cosas que decirle, pensé en cien mandatos que ella debía hacer para despejar su cabeza, obligarse, al menos una razón para vivir, al menos mil para ser feliz. Quería decirle que todo pasaba, que iba a estar bien mientras siga sus sueños y se esfuerce.
Que no se duerma.
Pero solo le pregunté algo.
  - te acordás de la palabra?
 Se quedó callada unos segundos.
" resiliencia" dijo.
  - ...aunque duela, aunque pese. Y si no podés codearte con nadie lo podés hacer con vos misma: mientras que te tengas nunca vas a estar sola, vas a ver que todo se soluciona lentamente como siempre lo hizo y mil puertas se abrirán a tu paso.
 La abracé, sentí como su corazón palpitaba: estaba viva.
"Gracias" me dijo.
Quizo pagarme pero le dije que no tenía sentido.
Acto seguido salí por la puerta, siendo otra vez una.