viernes, 18 de marzo de 2016

La casa de los placeres, primera parte

Estaba charlando con un cliente (de aquellos viajeros  fugaces que suelen visitar Carmesí) cuando entró por la puerta una cara que me resultó conocida.
"Ahh" dije, recordando, "mi amigo citadino..." y si, era aquel gran compañero de la infancia, con quién había compartido tantos viajes y aventuras, aquel muchacho de ojos grises que vió el miedo, la desesperación, las lágrimas y emociones cruzar mis pestañas.
  - Volví... - respondió sonriente y se sentó junto al otro cliente, en la barra.
"Es raro que estés por acá, esta ciudad llena de conflictos no parecería ser un destino ideal para vos..."
  - Por supuesto que vine a verte nada más, pero esta vez de interesado, aunque pienso volver en otra ocasión para charlar de historias...
"Siempre tan melancólico..." suspire mientras colocaba en la mesa el cortado mediano que sabía que quería "de todas formas las historias siempre surgen".
- En parte es cierto, porque voy a tener que desenterrar una anécdota para pedirte un favor... te acordás de la capital del continente oeste?
Por un momento suspiré, invadida por la nostalgia, "cómo olvidarla..." pensé y rememoré en voz alta las caracteristicas de ese lugar tan enorme, tan colosal que provocaba escozor, la ciudad separada por el gran río, del lado moderno la costa con olas caprichosas enormes ( el afán de los pescadores por conseguir los preciados manjares de ese mar misterioso...) , la parte antigua con edificios enormes y callejuelas que se desarman en preciosos azulejos y baldosas de tiempos pasados, el sistema de vias que cruzan el firmamento para conectar de una punta a otra esa capital impresionante...ah... también lo terrible, la soledad los primeros días, los peligros que conlleva vivir en un lugar con tanta diversidad de gente, yo jóven, aventurera, cabezona y persistente intentando develar un mito de la ciudad, una leyenda urbana que habla de una casa antigua y peligrosa, pero que tras el terror encontré un paraíso de placeres terrenales...
Y me detuve " no será...?"
  - si, vengo a buscar el librito para intentar pasar las pruebas...y entrar en la casa.
"Uf, pero por qué viniste tan lejos? No es que la misma ciudad tiene miles y miles de manuales con las instrucciones?" Contesté, preocupada, recordando el castigo por no hacer bien las cosas en aquel momento.
  - ya fui, ya me equivoqué y me salvé (gracias a lo que me contaste) y la voz me dió una segunda oportunidad diciéndome que consiga el manual que te ayudé a buscar...
En fin, pensé, aliviada, "tendré que dártelo" me incorporé de mi lado del mostrador y me fui a la parte de atrás del café, Sopa dormitaba sobre el sillón del escritorio, como adivinando que estaba buscando algo por ahí.
Hasta entonces el cliente viajante estaba más que interesado.
  - Me gustaría saber más de todo ese asunto que cuentan...- dijo mientras yo volvía con el pequeño cuaderno entre mis manos.
"Es un relato largo y lleno de emociones" dije, obviamente exagerando "pero en este lugar disfrutamos de esa clase de cosas, y más si son exigidas por alguien".
Pensé un rato mientras ambos fijaban su mirada en mi.
"Todo empezó como siempre, con una historia increíble..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario